Julia Álvarez: maestra, abogada, diputada

Quiero celebrar el comienzo del año 2016 con la publicación de mi novela sobre Julia Álvarez Resano.
Julia Álvarez, como maestra y abogada, dedicó su vida a luchar por los desfavorecidos, por los que tenían hambre y carecían de trabajo, por los que se veían abocados a pagar altas sumas que no poseían para el alquiler de su humilde vivienda, por los que no tenían medios para defenderse ante los Tribunales de Justicia.
Esta novela nace con la misma inquietud solidaria, alejada de las editoriales y del negocio común. Nace aquí casi desnuda, con el único abrigo de la cubierta, una imagen enérgica que me ha cedido generosamente el pintor José Ramón Urtasun Recalde para que mi texto no saliera en cueros vivos ante la opinión.
Para descargarla en diferentes formatos de forma totalmente gratuita sólo es necesario acceder a este enlace en archive.org o a través de los enlaces de abajo. Si lo deseas, puedes enviarme tu opinión acerca de la novela o de la figura de Julia.

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Abogada Julia Álvarez

El mes próximo se cumplirá el octogésimo segundo aniversario del debut de Julia Álvarez Resano como abogada: el 29 de diciembre de 1933 la villafranquesa se presentó ante el Tribunal de Urgencia de Pamplona en la defensa de Ricardo Zabalza, acusado de injurias al Jefe del Estado y para quien el Ministerio Fiscal pedía una pena de 7 años, 4 meses y un día. Al día siguiente, todos los periódicos comentaron la brillante defensa, que llevó a la absolución del acusado.

El 28 de febrero de 1935 la joven periodista Carmen Payá publicaba en La Libertad una crónica sobre las siete abogadas que en los últimos diez años habían actuado como togadas en la Audiencia de Madrid: Victoria Kent, Clara Campoamor, Matilde Huici, Concha Peña, María Eugenia Hernández Iribarren, Justina Ruiz Malaxechevarría… y también Julia Álvarez. Destacaba la importancia moral e intelectual de estas mujeres: moral por haber abierto un horizonte más a las otras de su sexo e intelectual por demostrar hasta dónde puede llegar la inteligencia femenina acompañada de tesón y afición por el estudio.

Después de incluir mi recreación del estreno de Julia como abogada (defensa brillantísima) y el texto completo de La Libertad, quiero terminar con la misma advocación con que Carmen Payá acabara su crónica: «¡Hurra, pues, a estas mujeres decididas y luchadoras! Y enhorabuena también para nosotras, las españolas en general, por tener en nuestro sexo tan dignas intérpretes de la ley.»